27 de julio de 2009

Ficciones I: Acciones indebidas

Es mi intención incluir en el apartado Ficciones distintos textos narrativos escritos por mí. Dicho así a la ligera suena como si fuese yo una adolescente con ganas de explicar en un poema lo mal que me siento por mi última ruptura. Espero no ser tan malinterpretado. No puedo hacer apología a la calidad de lo que escribo por el simple hecho de que todo eso es un asunto demasiado abstracto. No escribo para matar el tiempo o para contar cómo me siento; escribo como manera de exteriorizar mi respeto y afecto por la ficción, la narrativa y el lenguaje. Y quiero pensar que eso se evidencia en un estilo que no es (tan) pésimo como podría ser siendo otras mis motivaciones. Dicho esto, introduzco esta primera entrada de esta categoría: se trata de un cuento que escribí hace años


Acciones indebidas

Damián repiquetea los dedos contra la mesa. La melodía que compone con las uñas no cambia ni por un segundo, lo mismo que sus ojos, que ni por un instante cambian el objetivo de mira: Amelia. Recorre con la mirada cada átomo de su figura y todo le parece mágico. Le gustaría decirle que tiene los dientes hechos de alguna cosa muy pero que muy blanca, y que la manera en que se mueven sus pestañas le recuerda a algo realmente bonito; esas cosas que dicen los poetas. Pero Damián no es un joven de palabras tomar, para qué mentirnos. Él se limita a admirarla y tardará años en descubrir que lo que quiere expresarle es, por ejemplo, que sus labios son de coral, llama viva o sangre tibia; pero ahora lo que le carcome el alma es poder definir no su color, sino su sabor.
Sin embargo ahora no todo es metáfora y suspiro: el entrecejo de Damián se frunce y el volumen del repiqueteo de dedos sube hasta el punto reglamentario que indica que algo no anda bien.
Amelia no sólo no se percata de la devoción que él le dedica, sino que mantiene su vista fija en otro hombre. Parece centrar toda su atención en él, sí, es innegable: está atenta a todo lo que él dice. A Damián se le revuelve el estómago y, sin darse cuenta, deja de mirar solamente a Amelia: comienza a pasear sus ojos de ella al tipo y del tipo a ella. Su respiración se vuelve tan fuerte que se puede oír perfectamente.
Comprende que el tipo en cuestión es mayor, que tiene la sabiduría y la experiencia que tanto le faltan a él. Damián sabe que el hombre tiene muchas más cosas para enseñarle de las que él podría pretender poseer. Toda esta frustración se traduce en el chirrido inconsciente que comienzan a experimentar sus dientes.
Entonces el individuo hace una pregunta y ella corre a contestarle sin dudar un solo instante. Él la escucha hasta el final y luego asiente mientras alaba su inteligencia. Ahora Amelia no sólo mira al tipejo, también le sonríe.
Los dedos ya no repiquetean, ahora ambas manos se cierran con tanta fuerza que las uñas de Damián se clavan contra sus palmas, y si no se le prende fuego la cabeza, es por puro milagro.
El hombre comienza a caminar entre las mesas mientras lee en voz alta una página de una novela de Benedetti. De repente se detiene y le hace una pregunta a Damián. Pero éste no contesta, no: el fuego le recorre las venas hasta llegar a los puños, que siguen cerrados con candado. Y si abre la boca será para escupirle agujas, bilis y vidrios rotos.
Es entonces cuando Damián se pone de pie y todos los ojos de la habitación se dirigen a él. Y bueno, lo que viene luego nos lo podemos saltar para evitarle más vergüenza al temperamental joven
[…]
Ahora Damián se encuentra en otra sala, compartida únicamente con el director del instituto, quien parece estar diseccionándolo tras los gruesos cristales de sus gafas. El silencio le está matando y observa todos los detalles de la habitación con tal de evitar a su calvo y sepulcral verdugo. El viejo se remoja los labios con la lengua y finalmente hace la pregunta que toda la clase, ahora ausente, debe estar haciéndose también:
-Dime Damián, y más vale que tu respuesta sea buena, ¿exactamente por qué has golpeado a tu profesor de literatura?
-Em, bueno… ¿Por amor?

(Fecha original: 10/2007)

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